Miles de trabajadores han salido a las calles este 1 de mayo para conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores y plantear sus demandas y reivindicaciones; recordar la necesidad de proteger sus derechos, así como resaltar la importancia del movimiento laboral en la historia y su continua relevancia en la lucha por la justicia social y económica de la patria.
Como todos los años, fueron muchas las demandas planteadas y, seguramente, serán muy pocas las respuestas que se recibirán en el transcurso del año, siguiendo con la tradición que, desafortunadamente, se ha vuelto costumbre en un país donde las políticas de generación de empleo o no se han elaborado o siguen sin dar los resultados esperados, a la que es la demanda prioritaria de la población frente a las crecientes cifras de desempleo.
En 2023, según datos del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), la fuerza de trabajo en Honduras se redujo 96,627 personas en 2023, en comparación con el 2022; la tasa de desocupación general alcanzó 6.4% que representa a 250,668 hondureños que están en búsqueda de un empleo, y más de 2.3 millones de hondureños tienen problemas de empleo, incluyendo subocupación, desalentados y potencialmente activos. 971,000 jóvenes ni estudian ni trabajan, de los cuales 700,000 son mujeres.
Dar pasos para iniciar un diálogo que lleve a consensos en materia laboral es prioritario para atender no solo las demandas de los que ya tienen el privilegio de contar con un empleo, sino, lo más importante, sumar a ese sector a quienes todavía no cuentan con esa oportunidad. También debe serlo generar la certidumbre y la seguridad jurídica que conlleve, precisamente, a la generación del empleo digno que demandan los trabajadores, a la sostenibilidad de las empresas y la atracción de inversiones.
