Editorial

Combate al narcotráfico

El mismo debe revestir carácter permanente, a fin de desarticular las redes locales con vínculos con el exterior, erradicar los cultivos, con la efectiva coordinación interinstitucional en alianza con agencias especializadas de países amigos y de organismos internacionales que cuentan con amplia experiencia en ese campo.

Paralelamente, deben implementarse campañas educativas con énfasis en la juventud y en los padres y madres de familias. Niños y adolescentes son vistos como potenciales clientes consumidores por los traficantes de estupefacientes. La prevención resulta el más eficaz antídoto para neutralizar a quienes se lucran dañando la salud de sus semejantes, destruyendo hogares y futuros de esta y las próximas generaciones.

Simultáneamente, brindar servicios de rehabilitación especializada para todo aquel que desee dejar atrás la adicción y reiniciar su vida ya sin depender ni física ni mentalmente de ella.

El combate es arduo, conlleva depuración periódica del recurso humano involucrado en él, evitando la infiltración delictiva y su cooperación con la misma a cambio de prebendas y/o amenazas, la dotación de infraestructura tecnológica que incluye aparatos de detección y vigilancia, laboratorios de análisis, medios adecuados de movilización rápida, habida cuenta que los narcos cuentan con capacidad para trasladarse vía aérea, marítima, terrestre en tiempo récord, creando y modificando rutas de acceso. La cooperación ciudadana es clave tanto para la prevención como también para la detección, garantizando la seguridad de denunciantes y testigos.

Dos hechos no deben ser ignorados: la creciente producción de drogas tanto derivadas de plantas como sintéticas, y, consiguientemente, del cada vez mayor número de consumidores de ellas. Surgen nuevos retos y desafíos, algunos inéditos. Nunca bajar la guardia y estar listos y preparados para enfrentarlas, debe ser la consigna.