Columnistas

Debemos unirnos siempre ante la arbitrariedad en contra de quien sea, sin tener que ser su partidario, solo para impedir la comisión de más delitos y mayor deterioro del tejido social. Es tan basto el clima de iniquidad con que contaminan el aire, algunos servidores públicos, que igualmente basto debe ser ese frente que ataje todo conato de ilícito.Una muestra ha sido el rechazo generalizado a la tentativa de conculcar el derecho de elegir y ser electo del ciudadano Salvador Nasralla. La presión social, así como algo de sentido común en tomadores de decisiones, le han reconocido su derecho a renunciar.Podrá hacer lo que le parezca, buscar la presidencia de la república inclusive. El ideal es no tener que movilizarse para que se respeten derechos ciudadanos.Pero hacerlo en caso de que las circunstancias lo ameriten, es fundamental, para impedir la practica nefasta casi endémica y disuadirlo para propiciar el clima de armonía en el que vivamos.Hay una actividad delictiva, para alguno imperceptible y hasta irrelevante, pero que es tan dañina que en ella podría residir el origen de muchos males que abruman al pueblo hondureño.Cuando ciudadanos que son capaces de hacer lo que sea por alzarse con el poder, lo logran, también son capaces de cometer iguales o cosas peores. Los Códigos de Honor de los delincuentes, reflejan sus mentes distorsionadas y la forma engañosa de valorarse:un asesino, dirá que mata, pero no a niños o que no viola,un violador dirá que ladrón no es, un ladrón dirá que no roba a pobres solo a ricos, así como un delincuente electoral,dirá que no mata ni viola y que solo roba poquito. Todo para sentirse superiores a otros. Su Código de Honor, todos los delincuentes lo tienen, como una persona honrada de verdad. Pero hay que tener claro que un delincuente lectoral hace el mismo daño que otro cualquiera y que hay que neutralizarlos. Debemos unirnos en contra del fraude electoral.En las elecciones primarias y en las generales.Es lo prioritario.

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